desaprender.-gumersindo-mei
Lago de Sanabria- Zamora- España. Imagen deoao.org

Una de las realidades que más mueven al ser humano es el aprender. Si son cosas nuevas todavía mejor. Y cuando ya hemos metido en el baúl mental muchos conocimientos, muchos contenidos todo el mundo te felicita y aplaude. Quizás por aquello de que “el saber no ocupa lugar”.

Pues «hete aquí» que, esta máxima de que el saber no ocupa lugar, algunos sectores de la psicología lo empieza a poner en duda. Hace unos años una psicóloga rusa estudió el caso de un periodista con una memoria fuera de lo común. El periodista que acudía a decenas de ruedas de prensa recordaba cada una de las palabras y frases pronunciadas en ellas y no tomaba nota alguna. Más tarde le hicieron un estudio con pruebas muy complicadas. Así frases en idioma extraños, las repetía hacia delante, hacia atrás…, pero llegó un momento en que “el sabio” empezó a tener graves problemas, acudían a su cabeza tantas ideas que no tenía descanso. Entonces pidió ayuda porque su vida se estaba convirtiendo en una tortura. En ese momento la psicóloga le ayudó a borrar de la memoria muchos de sus aprendizajes para que pudiese llevar una vida más tranquila. Le ayudó a desaprender.

Pues, hoy en día, más si cabe, creo que el ser humano necesita más que aprender, des-aprender.

El ser humano nace, según algunos, “tanquam tabula rasa”, es decir, como un disco duro sin contenido alguno. Según otros nacemos con el karma de vidas pasadas. En cualquier caso arribamos a este mundo con una mente vacía en la que nuestros padres, la cultura, civilización, tradición, costumbres, maestros, amigos… empiezan a cargarla haciéndonos aprender muchas cosas, que “tragamos”, desde la más tierna infancia, como si fueran todos y cada uno de los contenidos, “palabra de Dios”. Con el tiempo, mientras crecemos, nos vamos dando cuenta de que algunas de esas ideas son discutibles, pero, otras muchas navegan por nuestro subconsciente y por nuestro inconsciente, siendo la brújula que marca nuestro actuar, nuestra forma de ser.

Aquí es donde empieza a hacerse la distinción entre un sabio, un maestro y una persona común, del montón. La separación entre un sabio que va desaprendiendo y mirando las cosas de cada día con ojos nuevos y la persona  rutinaria que mira todo con lo que ha acumulado en el cerebro viendo siempre la realidad bajo ese esquema. Uno va desaprendiendo, y por tanto,  renunciando a conceptos caducos, viejos, dejando lugar a lo nuevo; mientras que el otro repite de memoria patrones que han quedado grabados a fuego en la mente y en sus genes.

Si alguna vez pensaste en nadar en las aguas vivas de la apasionante vida humana como una aventura maravillosa, aprende, pero no dejes de, al mismo tiempo, de des-aprender porque el saber sí ocupa lugar.

Gumersindo Meiriño Fernández

Escúchalo en voz del autor haciendo clic aquí o en la palabra en mayúscula

DESAPRENDER

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