P. Isorna, en Santiago, el día que recibió el premio Diego Bernal 2012

Desde el otro lado del mar sigo la noticia de que el Padre Isorna está recibiendo el premio Diego Bernal que le otorgan los periodistas de Galicia.

Ese mismo día —recuerden que solo hay causalidades— al levantarme leo en la Biblia, uno de los pasajes del apóstol Juan “el que no ama no conoce a Dios porque Dios es Amor” y me emociono pensando en el paralelismo. ¿El paralelismo? Sí, el paralelismo entre Juan el apóstol y el querido P. Isorna.

Juan es el único apóstol que no murió mártir si no que fue desterrado a la isla de Patmos, donde falleció muy anciano. Estando en la isla es, —según la tradición—, donde escribió unas cartas preciosas, llenas de candor y movido por una profunda ternura. Todos los argumentos de ellas descansan sobre el Amor. Juan, desde la experiencia, después de haber convivido codo con codo con Jesús, de haber estado a su lado en la cruz, luego de haber participado en el nacimiento y extensión del cristianismo escribe, como en un intento de dejar una idea clara y concreta, que lo que importa en serio es el amor. Que Dios es Amor, que el que no ama, no es de Dios.

Isorna pronto cumplirá noventa y un años. Siempre fue un sacerdote franciscano amable, cariñoso, atento, educado. El fraile de la eterna sonrisa, decía un diario de Galicia. Con los años le ha añadido a estas cualidades las de la experiencia y las vivencias en mil y una batallas entre periodistas. Pues, desde ese púlpito de la ancianidad y la experiencia, nos deja un legado semejante al de Juan el apóstol. Su palabra sabia y calurosa, penétrate y dulce a la vez (eufónica la denominaron los especialistas) ahora está preñada de ternura y amor. No hay una entrevista en los medios de comunicación o personal que no hable del Amor. No hay una conversación medianamente larga que no cite: — “Como dicen los místicos: Vete por los Caminos de la Vida, y allí donde no encuentres amor, pon Amor, y encontrarás Amor”.

Sobre esto viene a mi memoria una anécdota. Presentábamos en Santiago el libro De empresario a Santo sobre Sebastián de Aparicio. El enviado de uno de los canales de televisión empezaba a bostezar y mostraba cara de aburrido cuando empezó a hablar el Padre Isorna comentando que el santo se había casado dos veces, pero, no había sido por pasión, si no por amor. Lo dijo con tanta sencillez y ternura que todo el público se rió y el camarógrafo dio un brinco en la silla, y, en voz alta de forma espontánea haciendo saltar una carcajada general comentó: —“no puede ser más bueno e ingenuo este Padre Isorna”.

Con los años la fruta madura adquiere sabor y dulzura. Con el tiempo nuestro p. Isorna es más profundamente cercano y querido.

Felicito de todo corazón al P. Isorna y a los periodistas gallegos por el premio y por saber valorar una de las joyas más preciosas de la Galicia contemporánea, que está coronada por la mayor de las perlas, el Amor. Y es que debemos aprender de las enseñanzas de nuestros mayores, de Isorna que cada día se parece más al apóstol Juan, el del Amor.

Gumersindo Meiriño Fernández

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