La implicación en la vida, en los pequeños detalles de cada jornada, en el trabajo, en la relación familiar…, todo ello lleva a un encuentro con Dios en la realidad del día a día.
La huida, el alejamiento, la evasión, la dispersión…, y ¡ojo!, porque hoy eso lo podemos hacer muy fácilmente dejándonos llevar de las nuevas tecnologías, como internet, móviles etc.
Sé responsable, implícate en lo cotidiano con todo tu amor, está atento a cada segundo y vívelo desde el amor. Dios así lo hizo a lo largo de la historia, como muestra el salmista de hoy.
SALMO 99-98
El Señor reina, tiemblen las naciones,
entronizado sobre querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande en Sión,
excelso sobre todos los pueblos.
Confiesen su Nombre, grande y terrible:
Él es Santo.
Oh Rey poderoso, que amas el derecho,
tú has establecido la rectitud;
tú administras en Jacob
la justicia y el derecho.
Exalten al Señor, nuestro Dios,
póstrense ante el estrado de sus pies:
Él es Santo.
Moisés y Aarón entre sus sacerdotes,
Samuel entre los que invocaban su Nombre:
invocaban al Señor y él les respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
ellos cumplían sus órdenes
y la ley que les entregó.
Señor Dios nuestro, tú les respondías;
eras para ellos un Dios de perdón,
aunque castigabas sus delitos.
Exalten al Señor, nuestro Dios,
póstrense en su monte santo:
Santo es el Señor nuestro Dios.