El salmo describe, entre otras cosas, un verdadero proceso de conversión.
Primero reconocimiento del pecado
Segundo Confesión del pecado
Tercero Dios perdona el pecado
Cuarto Dios muestra le muestra el camino a seguir.
Todos los pasos son necesarios. No te olvides de ninguno.
Recuerda que “te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos”.
Buen camino. Bendiciones
SALMO 32-31
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
— Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.