Las he visto en Chile, en México…,indicaciones para llegar a los distintos refugios, en caso de terremoto.

En la vida diaria con cierta frecuencia se nos plantean terremotos emocionales, contratiempos, dolores fuertes…, movimientos sísmicos en el sistema nervioso, pues entonces es la hora de seguir las indicaciones y buscar un buen refugio.

El refugio es el corazón de Dios.

¿No te has sentido alguna vez angustiado y elevaste la voz y el corazón al cielo, y, sin saber cómo te inundó una profunda paz?

No lo olvides, todos los que vivimos en el planeta tierra sentimos distintos tipos de temblores y todos necesitamos un albergue, un refugio seguro al que acudimos.

Es algo semejante a lo que pasó a José y María, cuando al llegar a Belén no encontraron lugar en la posada para recibir a su hijo Jesús, pero sí encontraron albergue en una cueva natural.

Encuentra a esa cueva que hay en tu interior, en la que puedes sentir la protección y el Amor de Dios.

Cada día más cerca de la Navidad, disfruta del maravilloso día que tienes por delante.

Hoy es el segundo día del invierno o del verano, según el hemisferio, no dejes de disfrutar el calor o el frío. Hasta mañana.

Salmo 89

Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.

Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vigilia nocturna.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro.

Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos;
por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.

Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.