En todas las fiestas importantes del judaísmo se cantaban los  salmos que van del 112 al 117.
Son himnos de alabanza y de acción de gracias a Yhavé. A este grupo de salmos se les llamaba el «Hallel egipcio» (liberación de Egipto).
Este último es un canto procesional. La primera parte canta las victorias de Jahvé Dios contra todos sus enemigos y el pueblo le alaba y va entonando un estribillo: «porque es eterna su misericordia».
Podemos unirnos con esta afirmación- mantra- jaculatoria- decreto: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Hasta mañana. Bendiciones.

Salmo 117 A

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación,

Escuchad : hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

 

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