Si el salmo empezaba, recuerden que esta es la segunda parte, diciendo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» , termina con una melodía que adorna de forma magistral lo expresado por el poeta místico, con una frase que no debes olvidar, ¡No pierdan nunca el ánimo!
Y ahí tienes la jaculatoria-mantra de hoy: ¡Señor que no pierda, nunca el ánimo, nunca!
Buen día, bendiciones
Salmo 22-21. II
Contaré tu fama a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
Fieles del Señor, alábenlo,
descendientes de Jacob, glorifíquenlo,
témanlo, descendientes de Israel,
porque no ha desdeñado ni despreciado
la desgracia del desgraciado,
no le ha escondido su rostro;
cuando pidió auxilio, lo escuchó.
Te alabaré sin cesar en la gran asamblea:
cumpliré mis votos ante los fieles.
Comerán los pobres hasta saciarse
y alabarán al Señor los que lo buscan:
¡No pierdan nunca el ánimo!