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Vistas desde la isla de Capri, imagen deoao.org

«Señor, tu amigo está enfermo.» Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
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La enfermedad no es lo apropiado al ser humano, lo adecuado a la persona es la salud. Pero, la enfermedad es real, pasa por delante de la puerta con mucha frecuencia.
Primero da gracias por la salud.
Segundo si pasas por la enfermedad que ella sea colirio para tus ojos y puedas ver lo profundo de la vida y de tu paso por el planeta tierra. Algunas personas solo aprenden ese valor solo atravesando el valle oscuro de la enfermedad y el dolor. Únete con esta oración al dolor de todos los enfermos.
Decreto: Señor mío, mis lamentos están ante ti.
Hasta mañana, bendiciones.

Léelo o escúchalo:

Salmo 37 A

Señor, no me reprendas con ira,
no me corrijas con furor.
Tus flechas se me han clavado
y tu mano pesa sobre mí.

No hay parte ilesa en mi cuerpo,
a causa de tu enojo,
no me queda un hueso sano,
a causa de mi pecado.

Mis culpas sobrepasan mi cabeza;
como fardo pesado gravitan sobre mí.

Hieden mis llagas podridas,
a causa de mi insensatez.

Estoy encorvado, profundamente abatido,
todo el día camino sombrío.
¡Tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi cuerpo!

Agotado, totalmente aplanado,
rujo y bramo en mi interior.
Señor mío, mis lamentos están ante ti,
no se te ocultan mis gemidos.

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