Tren del fin del mundo, en Ushuaia, Argentina, imagen de Laura Lissa Borello

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón».
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Dice el libro de los Proverbios: “Algunos hieren con sus palabras, los sabios cuando hablan dan alivio”.
La lengua es arma de doble filo, arma poderosa. Para el mal (dice el salmo que llevan veneno) y para el bien (llevan consuelo y alivio).
Tienes un herramienta muy poderosa. ¡Tú sabrás que haces con ella!
Puedes decir esta jaculatoria: «Se felicitan los rectos de corazón»
O también: «El justo se alegra con el Señor«.
Bendiciones

Salmo 63

Escucha, ¡oh Dios!, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme de la conjura de los perversos
y del motín de los malhechores.

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: «¿Quién lo descubrirá?»
inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

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