salmos de cada día
La naturaleza es Vida, es Realidad, imagen de Archivo deoao.org

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta:«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 
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Este es un salmo que encandila el alma y la mente y que contiene un sinfín de enseñanzas, de sugerencias.
Estas son algunas de las perlas: Dios es “lento a la cólera,  rico en piedad y leal”.
No te enojes nunca. Aprendí de un buen amigo, –el P. Isorna– que «el que se enoja, traiciona su inteligencia«.
Dios no lo hace ni lo hará nunca. Dios es piedad, misericordia, lealtad. Lento para enojarse y rapidísimo para perdonar.
Feliz día para los lentos en el enojo y, también, para los ricos  en clemencia, piedad y perdón.
«Rico en Misericordia»
o también,
«Te alabaré de todo corazón»
Paz y Alegría, hasta mañana.

Salmo 85

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios».

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

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