¿Cómo te ha ido la semana? Supongo que bien. El caminante avanza por las rutas de la vida. Va alegre y risueño. Es feliz por lo que avanzó en esta jornada, ha sido, un buen día. Pero cuando se hace la noche se para, descarga su mochila, descansa, se cambia la ropa, se lava, se perfuma…, luego se entrega al sueño. Así es la vida del peregrino. Así es tu vida la mía y la de cualquier ser humano que pisa por el planeta tierra. Se llena de polvo, a veces, tropieza, se lastima, otras se queda parado en medio del camino, otras lleva sobre sus espaldas un peso que no soporta y no sabe cómo deshacerse de él, otras.…
Este salmo es de limpieza espiritual. Deja tus cargas, deja tus agobios, deja tus pesos, tus tristezas, tus miedos, tus inseguridades, tus fantasías, tus ansiedades, tus angustias,…., todo lo que hace que no avances y te impide que fluyas por el planeta alegre y feliz…. Reza con fe y confianza este salmo que a millones de personas le facilitó la liberación de cargas y yugos.
Di estas palabras con sencillez. Te sentirás como el peregrino que después de largas horas sobre las piedras, los barros, el duro piso llega al atardecer y se toma un descanso un buen baño, un sueño reparador para retomar el camino a la mañana siguiente silbando y cantando, como decía el poeta, “ligero de equipaje”.
No lo olvides, caminante, bajo las alas del amor de Dios, canta y camina. No lo dudes, peregrino, nadie podrá parar tus pies, porque delante de ti abren los senderos los ángeles de la luz.
La bendición de Dios Padre y Madre, en la unidad del Espíritu Santo para ti y tu familia

Salmo 90
A la sombra del Omnipotente

Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del del Omnipotente, di al Señor: ‘Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.’

Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás; su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en su palma, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación. »

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