Río Paraná- imagen de Carlos Vitelleschi

Lo conocí a través de su esposa Irupé. Era un hombre práctico, cordial. Durante años había sido alcalde en una ciudad del Chaco (Argentina). Dejó la política, trabajó en su campo y visitaba con frecuencia la ciudad de Corrientes, donde tenía un apartamento y donde conoció a su esposa Irupé.

Era enamorado de la pesca. Eso hizo que alguna que otra vez apareciera en nuestra casa orgulloso, con un Dorado. En una ocasión, con uno enorme para celebrar las fiestas de Navidad. Cansado de ir y venir al campo, lo vendió e invirtió en la ciudad de Paso de la Patria, al lado del querido río Paraná, desde donde salía a pescar con frecuencia.

Era práctico, concreto. Estando en Paso le diagnosticaron una dolencia en el corazón que pedía una intervención quirúrgica delicada.

Así empezamos a vernos con más frecuencia y se inició en el mundo de la meditación con su maestra espiritual. Con ella, con su maestra, se preparó a nivel espiritual y mental para la intervención quirúrgica, pidiendo –como el mismo José decía– que Dios le diera una prórroga. Como el miedo iba en aumento ante la próxima intervención, el mismo contó en más de una ocasión:

 

Mi directora espiritual me indicó que fuera tranquilo, sin miedo porque ya estaba preparado y que ella me iba a acompañar. Me preguntaba cómo me podría acompañar. Pero me dejé guiar. Ella me enseñó unos ejercicios para el día de la operación y también para cuando entrara en el quirófano.

Aquí hace un alto y envía un pequeño dardo cariñoso a su esposa: –bueno ya saben que no soy como Irupé que cree en esas cosas esotéricas. Yo confío de mi Directora Espiritual. Pero nunca fui mucho de esas cosas de la espiritualidad…
Y continua: Lo que me pasó ese día fue increíble. Y real porque lo viví y fui consciente de ello.

Soy un hombre nervioso y pensaba que iba a estar aterrorizado. Pero no sucedió tal como era previsible. Cuando entré en sala pre-operatoria, al menos dos de las enfermeras me preguntaron cómo hacía para estar tan tranquilo…, les dije, por la meditación. Me sedaron y entré en el quirófano con bastante serenidad…

Estaba en medio de la operación y hubo un momento en el que parece que se complicó algo y yo escuchaba hablar a los médicos, como qué dudaban qué hacer y que había un diálogo entre ellos. Entonces la vi. Detrás de los médicos, estaba ella, no me digan cómo, pero la vi, claramente. Era mi querida Directora Espiritual que miraba cómo me operaban. Estuvo unos instantes y se fue.

Más tarde. En situación similar. Yo sentía las voces de los médicos y que hablaban de que habían terminado, que todo había salido perfecto. Entonces la volví a ver detrás de los médicos, y, no estaba soñando. Ahora estaba un poco más alejada. Vi perfectamente como me levantó la mano, saludando. Me hizo un gesto como diciendo, con el dedo pulgar, que todo estaba bien. Me sonrió. Y se fue…Al despertar de la anestesia totalmente pensé que estaba loco. Cuando se lo conté. Ella solo sonrió.

El mundo material no es el único, ni el más importante en el ser humano.

José salió bien de la operación. Pasó a la prórroga –como el solía llamarle él–que pactó con Dios, disfrutando con su esposa, sus hijos, sus nietos, con su pesca en el río…., concretó uno de sus anhelos, conociendo sus nietos, (incluso los de una hija que tuvo descendencia, después de un tiempo que no se quedaba embarazada, aunque lo intentaba). Luego…, se terminó el tiempo pactado. Otra dolencia le llevó a las otras dimensiones.

Gracias José. Un abrazo. Nos seguimos hablando en el espíritu. Para los espíritus no hay distancias. Paz y bien.

One thought on “José, sin distancias

  1. Ante lo relatado hay mucho más para agregar pero no era yo la que debía hacerlo
    … para José…María fue mucho más que una directora espiritual…a quien quería escuchar El se lo contaba…después de esa experiencia hubo un antes y un después en su vida…
    Solo los que logran tener una experiencia personal con Dios podrían comprender la dimensión de lo vivido…para José…María era como un Ángel en la tierra. Gracias.

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