Colaborar con la paz

Imagen de eommina en Pixabay

Me cuenta en un email

 – Me he propuesto ser una constructora de paz, me gusta el proyecto construir la paz. 

Estaba en esto cuando me encontré con una mujer de la vecindad la saludé y ella entabló conversación y el tema era, –¿cómo no?,– la guerra actual. 

Intenté girar y que nos fuéramos a otro espacio lingüístico y le dije: –Sí, la verdad, es que a lo largo de la historia siempre hubo…., sin dejar que termine la frase continuó ella.
 –Sí sí pero esta es la peor, no tiene sentido y puede ser un caos para la humanidad…,

 Y no sé cuántos temas más que salieron a trompicones por su boca y concluyó:

– En un mundo como este y que no haya paz….

 Entonces le pregunté: – ¿en qué parte del barrio vive?. 

Contestó señalándome con el dedo un poco más abajo: 

–Usted ve mi casa desde su ventana

– Ah, –le contesté– usted es la que tiene la pileta y comparte el patio con su vecino. ¡Qué buena idea poder compartir espacios comunes y llevarse tan bien!

 Me miró con cara de enojo y dijo: –¿Qué dice? Mi vecino es malísimo. No hemos hecho el muro porque es un materialista, un egoísta y además es mala persona y no le digo la lengua que tiene su mujer, no hemos separado el patio porque no nos hemos puesto de acuerdo. Con esas personas es imposible hablar.

 Salgo como puedo del enredado diálogo, –que es más bien un monólogo–, pensando, –mientras regreso a casa– ¿cómo puedo ser una constructora de paz?

Entro en mi hogar, abro la computadora y busco: ¿cómo construir la paz? Me encuentro que en Colombia, –me quedo perpleja– han propuesto una cátedra de la paz para enseñar en las escuelas porque es muy necesaria para la sociedad y los niños.

 En otro lugar leo: “Diez consejos para construir la paz”. Bastante interesantes, por cierto. Son estos: respetar la vida en todas sus formas; pensar bien de los demás; transformar el lenguaje de guerra, es decir, convertir palabras de odio, venganza y rencor y convertirlas en palabras positivas y de esperanza; aprender a respetar las normas; establecer acuerdos claros y sencillos con las personas que convives; reconocer y respetar la diversidad en todas las dimensiones; practicar la empatía.

 Termina el mail que me envía mi amiga cómo colaborar con la paz. 

Hasta aquí el mensaje de mi amiga, yo te propongo, –aparte de lo que ella aporta que me parece muy interesante– lo siguiente.

Ora por la paz. Envía; energía positiva a todos los lugares del conflicto; ora por la paz en tu corazón; dónde puede haber enojo, envidia, rabia, ansias de venganza, –quizás tengas algún enemigo, quizá no te hablas con alguien– si no hay paz en tu corazón recupérala porque si no tú también te puedes convertir en un colaborador con la guerra. Transforma tu familia, tu vecindario, tu lugar de trabajo, el de diversión, en espacio de paz.

 No hables de guerra, es decir, no hables mal de nadie, sé comprensivo sé misericordioso practica la compasión.

 Bueno en realidad lo que he escrito no son más que palabras y lo que te estoy diciendo aquí ahora a través de las ondas, ¿quieres ser colaborador, colaboradora con la paz?

Hay muchas formas, una de las que me parece más eficaz es esta: practica la paz día a día. No hables ni de guerras ni de paces, sólo practica.

¿Practicas situaciones de conflicto en tu entorno? Te puedes llamar colaborador con la guerra

¿Prácticas situaciones de diálogo fraternidad y empatía; en en ti y en tu entorno?  Te puedes decir colaborador con la paz

 Paz y alegría, hasta dentro de una semana.

Escúchalo:

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