En el Camino de Santiago, un descanso, imagen de Anabela Santos

¿Cómo te relacionas con tus zapatos?

Hace ya algún tiempo mi querido Aqui me hablaba, –siendo yo todavía un niño, “xa choveu– de su “fofito”, un auto, modelo «seat 127» que marchaba a 140 cuesta abajo y a 65 Km hora cuesta arriba. Cuando me compré mi “corsita” color bordó, le bauticé con ese nombre, “Fofito”.

Luego pasaron unas “cuantas lunas”, el “fofito” sigue recorriendo distintas rutas a velocidad reducida y mi esposa María habla y “bautiza”, no solos los autos si no, cualquier objeto con el que tengamos relación. Por ejemplo, el segundo auto, el de la casa de Europa, le bautizó con el nombre de “bellota colorada”, a mi computadora la llamamos, “lunita” o la suya ”Carunchita”, o también «Margarita», o uno de los autos que nos traslada por América, “la Jesuita”, porque es una camioneta de color oscuro… Y por si fuera poco estos días tuvimos una visita y llegó con su auto nuevo, que tenía un hermoso nombre, –el mismo que el apellido del novio de la famosa canción “Macarena”– “Victorino”.

Parece anecdótico, pero todo ello tiene un profundo significado. ¡Síiii, lo tiene!

Para confirmármelo me encontré hoy a la mañana con el famoso Osho –que en paz descanse– y me dijo:

Cuando sabéis cómo relacionaros –incluso cómo relacionaros con las cosas—, toda vuestra vida cambia.

Cuando os ponéis los zapatos, podéis relacionaros con ellos de una forma muy amistosa, o podéis mostrar indiferencia e incluso hostilidad. Nada será diferente para el zapato, pero mucho lo será para vosotros.

No perdáis ninguna oportunidad de estar llenos de amor. Hasta al poneros los zapatos sed cariñosos. Esos momentos de plenitud de amor os serán de utilidad. Relacionaos con las cosas como si fueran personas. La gente hace exactamente lo opuesto: se relaciona con las personas como si fueran cosas. Un marido se convierte en una cosa, una esposa se convierte en una cosa, una madre se convierte en una cosa.

Las personas olvidan completamente que se trata de seres vivos. De modo que habitualmente se relacionan con otras personas como si fueran cosas, utilizan y manipulan.

Ahora te pregunto, ¿tiene o no un profundo significado el cómo no relacionamos con las cosas? ¿Con nuestro auto, nuestra ropa, nuestros utensilios de trabajo, nuestros enseres personales….?

El ser humano que trata bien, que es compasivo, que es atento, que es –como dicen ahora modernamente– «empático», lo es en todo y con todo, con los seres humanos, con los árboles, las flores, los animales, los pájaros…, e incluso, los zapatos. Eso sí, sin confundir el valor de unos y de otros. Aquí el tema es lo que sale del corazón del ser humano y cómo nos relacionamos.

Ahora imagino a “Lunita” mi computadora, feliz, sonriente, tierna porque alguien escribe su nombre y lo hace correr por el “misterioso mundo de lo cibernético”. Y no sé si ella se siente bien, pero al que escribe le brotan sentimientos y pensamientos de simpatía, positivos. Los mismos que le brotan cuando se acuerda de “fofito”, el “127” de Aqui, –que cuesta abajo llegaba, con facilidad, a los 140 km hora y cuesta arriba, llegaba, con dificultad a los 65 km hora. O de la computadora “Carunchita”, –también llamada «Margarita»–, o de la “jesuita” de Argentina, o del auto portugués, “Victorino”.

Porque la cuestión de fondo es la siguiente: ¿Cómo te relacionas con los demás? ¿Con qué actitud? ¿Con qué expresiones? ¿Te relaciones de forma impersonal e indiferente?

Post Data: Cualquier tipo de relación que tengas, –amigo amiga–, que sea grata, amorosa y encantadora.

¡Ah!, me olvidaba, ¿cómo te relacionas con tus zapatos?

Paz y Alegría

Gumersindo Meiriño Fernández

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