En Aguas Calientes en el valle del Machu Picchu Perú
De la hoja de coca a la cocaína
Quedamos de encontrarnos con Carlos en su negocio. Para llegar subimos escaleras, durante varios minutos, cuesta arriba siguiendo el río Aguas Calientes, en la falda de los montes del Machupicchu. Justo antes de llegar a una cascada y por encima de las termas de esta pequeña ciudad peruana que se ha convertido en un torbellino de turistas de todo el mundo se encuentra el local de Carlos.
Está limpio, ordenado y lleno de cuadros. Olor intenso a incienso. Multitud de símbolos que tienen que ver con sus antepasados incas. Cada rincón está cubierto por jarrones que contienen distintos tipos de cactus. Nos dice: – Según sean los cactus es la protección”. Cita el ya famoso, “cactus San Pedro” del que sacaban jugo los sacerdotes y luego levanta la mano y la dirige a uno de los que está colocado por encima de nuestras cabezas: –ese cactus es contra la envidia. Luego nos muestra distintos símbolos con los que se siente identificado: –las piedras tienen vida, te dan sus mensajes si estás abierto a ellas. Poco a poco nos explica los símbolos de su altarcito. –Estas estatuas son la representación de la Pachamama. A la parte femenina, le he ofrendado vino blanco; esta otra es la parte masculina y le he ofrendado vino tinto. Las caracolas son para pedir la lluvia. La Pachamama necesita del agua para ser fértil…”. Luego le pregunto por una frase escrita en un cuadro que está muy cerca de su altar inca. Es muy fuerte: “La venganza duerme en la hoja de la coca y se despierta en la sangre del invasor”
Carlos responde: –Es una frase que se me ocurrió hace varios años y que tiene un significado muy especial. La coca no hace daño a nadie, todo lo contrario, es buena y beneficiosa. Tomar un té de coca es reconstituyente. Además era una hierba sagrada que los sacerdotes utilizaban para sus ritos religiosos. Pero el ser humano ha tomado esa hierba sagrada, buena, la ha manipulado y ahora es una droga, –la cocaína– que hace mucho daño. El invasor sería el ser humano que la ha manipulado hasta convertirla en algo que le destruye a sí mismo y a los que están a su lado, esa es la venganza.
Mientras bajábamos hacia la ciudad escuchando el murmullo del río Aguas Calientes, pensaba en lo que habíamos hablado con Carlos sobre la coca y la cocaína.
Estamos ante uno de los dilemas que se le presenta al ser humano: por una parte respetar la Naturaleza, unirse a ella, colaborar con ella en la conservación y construcción de un mundo mejor, como hicieron los incas con la coca. O por el contrario, enfrentarse a la Naturaleza, manipulándola, luchando contra ella, violentarla para que se adapte a nuestros egoístas intereses y así llegamos a la droga, la cocaína.
He tenido la suerte de mascar coca, de tomar tés de coca (por cierto, muy amargo y poco sabroso) y conocido los beneficios que te da en los recorridos por el altiplano. Y, del otro lado, –el de la manipulación– la vida me ha presentado, –con el dolor que provoca– a bastantes personas perdidas, desorientadas, esclavizadas por el vicio.., por el consumo de la cocaína.
Hay elegir. Hay que estar atentos a estas dos formas distintas de vivir, de existir. Esta es la cuestión: Coca o Cocaína.
Gumersindo Meiriño Fernández
Aquí tienes la entrevista con Carlos en Machu Picchu, Aguas Calientes, Perú
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