El hombre de las tres manos: Misterio y Simbolismo en la Catedral de Sevilla

Puerta del Perdón. Catedral de Sevilla
En nuestra última visita a Sevilla, pasamos por la Catedral, una de las más grandes del mundo y también una de las que más símbolos místicos esconde entre sus esculturas, pinturas y vidrieras. Al cruzar la Puerta del Perdón, observé las imágenes y recordé la historia del «santo de las tres manos«. Fue entonces cuando me di cuenta de que estábamos justo delante de esa enigmática imagen.
Se trata de una representación tradicional de Pablo de Tarso, ubicada en el lado derecho de la Puerta del Perdón. En la escultura, el santo apoya una de sus manos sobre una espada, símbolo de su martirio, pues según la tradición, fue decapitado con una. En la otra mano sostiene un libro, representando sus escritos. Sin embargo, lo curioso es que en la talla aparece una tercera mano, esculpida en la hornacina que sostiene la imagen. De ahí que se le conozca como «el santo de las tres manos».
¿Cuál es su significado? ¿Podría ser que esta tercera mano represente la lucha entre el alma y el cuerpo, entre lo espiritual (las cartas que escribió) y lo material (los poderes terrenales que lo llevaron a la muerte)?
La importancia de las manos: lo material y la mente
Las manos no solo son fundamentales, sino también únicas e irremplazables en el desarrollo armónico del ser humano. De hecho, el ser humano es el único ser vivo (con la excepción parcial de nuestros «hermanos» primates) que no las usa para caminar, lo que le otorga una gran libertad y le permite realizar innumerables acciones.
Sin profundizar demasiado, me parece evidente que si el ser humano se mueve solo entre lo material y las ideologías, queda incompleto. Por un lado, está lo material: el dinero y los poderes terrenales, representados por la espada en una de las manos de la escultura. Por otro, la fuerza de la mente, el conocimiento acumulado, que otorga poder y que está simbolizado por la mano que sostiene los escritos.
No basta
Pero estas dos manos no son suficientes para que el ser humano sea pleno y feliz. Falta una tercera mano, discreta y casi invisible, que sostiene y da sentido a las otras dos: la espiritual, la mística. Solo cuando esta tercera mano está presente, el ser humano encuentra equilibrio y plenitud.
Desde esta perspectiva, se entiende la vida de Pablo de Tarso, un apóstol (término que significa «testigo enviado») que, en el plano físico, nunca vio ni escuchó directamente a Jesús, pues nunca lo conoció en vida. Sin embargo, en el ámbito espiritual, “lo vio y lo tocó”, lo que lo convierte en un auténtico apóstol.
La necesidad de la tercera mano
Los seres humanos necesitamos esa tercera mano, discreta y misteriosa, que sustenta nuestra vida y nos ayuda a soportar el peso de las otras dos. Ni la riqueza ni el conocimiento intelectual, por sí solos, nos hacen plenos y felices. No hay manos que puedan sostener la carga de lo material y lo mental sin el apoyo de esta tercera dimensión. Por eso, me atrevo a afirmar que, para alcanzar la plenitud, los seres humanos necesitamos tres manos.
¡Un saludo cordial a esa «tercer mano» oculta y discreta, que todo ser humano tiene, sea o no consciente de ella!
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