El lugar donde vive Dios

Monasterio de Oseira, Ourense, España

Cuando recorría por primera vez los distintos lugares de la diócesis de Ourense y de otros cercanas, quedé perplejo con los pequeños pueblitos gallegos con apenas dos decenas de personas que se habían criado alrededor de una iglesia enorme y bellísima.

Algunas de ellas se están convirtiendo en ruinas históricas. Mis amigos sacerdotes  se siguen preguntando con frecuencia, “¿qué va a pasar con los centenares de templos e iglesias de estos pueblos? Algunos de estos edificios majestuosos se han convertido en museos, bastantes en hoteles …., pero y ¿los otros?”

Predicaba en una parroquia que me habían asignado y les decía que si pusiesen una bomba en la iglesia y quedase hecha cenizas no sería nada grave porque la creencia no dependía de un templo si no de la fe de las personas.  Al terminar varias mujeres me esperaron para increparme y corregirme. Sigo pensando lo mismo. ¿Qué pasaría si se destruyese la Meca, la  Mezquita de la Roca, la basílica de San Pedro, …? Pues a nivel de creencias… poca cosa. ¿No fue lo que pasó al Templo de Jerusalén al que ahora llaman el Muro de las Lamentaciones? ¿Qué sucedió con los templos donde estuvo Jesús del que se conservan cuatro piedras? ¿Qué pasó con los grandes templos de religiones primitivas?

Soy partidario de que se conserve el patrimonio artístico, pero también que se reconozca su verdadero valor. Los templos son obras humanas como tales reflejan actos y  valores de los hombres que, como tales, tienen los días contados, son finitos. Que se pregunte el cristiano, ¿dónde se reunía Cristo con sus discípulos y apóstoles? En la montaña, al lado del lago de Galilea, en terrenos solitarios …

El verdadero lugar de encuentro con Dios es la naturaleza, los sitios más sagrados son los que el mismo creador ha dejado en nuestras manos. Vivir inmerso en medio de la naturaleza, rodeado de vida y de la belleza de lo creado, hace que el corazón humano estalle de alegría y de felicidad. Ese estallido es una verdadera experiencia mística. De ahí que la naturaleza sea el auténtico sagrario donde Dios vive y se manifiesta. Y cada ser humano, cada persona, obra cumbre de la creación, es un Sagrario especial de encuentro con Dios.

Las religiones se pelean por conservar “piedra sobre piedra”. Pero la piedra angular sobre la que se construye la relación con Dios no es un edificio. A Dios no se le puede encerrar entre cuatro paredes, llenas de pinturas y esculturas … El ser humano o se encuentra con Dios en su corazón y en las obras de la creación o no lo encuentra. Conservemos los muros de piedras, estatuas de maderas, pinturas al óleo…, total para hacerlo solo se necesita “plata”, pero no olvidemos que los sagrarios donde Dios vive y se manifiesta de forma universal es su Creación y de forma maravillosa y bella en el corazón del ser humano, obra maestra del Amor, el verdadero templo,  el lugar donde vive Dios.

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Gumersindo Meiriño Fernández

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