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El Mejor nunca Gana (los ángeles hablan)

Reaparece delante mío una famosa frase de origen oriental que se introdujo en algunos ambientes que para la mente occidental es casi una blasfemia. 

Es esta: El mejor nunca gana.

Hoy mismo, me contaron una historia, que me llevó directamente a la frase.

Un jugador de golf semiprofesional llega a su casa el fin de semana, muy cansado. Su cuerpo está al límite, su mente también. Pero el club de golf de su localidad tiene una competencia con el pueblo vecino. Le insisten e insisten que acepte a acompañarlos. Sin saber cómo decir que no, acepta el reto.

El domingo, todavía agotado se encuentra jugando. El contrincante empieza a quejarse, mueve las pelotas de forma  ilegal, busca por todos los medios, –aún los más absurdos– ganarle. El se pregunta, mentalmente,  una y otra vez: —¿qué hago aquí?, ¿por qué estoy jugando con este hombre tan excitado y malhumorado; viendo como me hace trampa y echa improperios continuamente?. 

Entonces decide dejar de competir, tira las pelotas de cualquier forma y le deja ganar. 

Aquí es donde viene a mi mente la frase: El Mejor nunca Gana.

Hace algún tiempo, alguien citó la frase en un grupo improvisado y espontáneamente uno dijo: —¡Vaya estupidez!

Pero el Mejor nunca Gana: porque el mejor nunca compite.

Esto es muy difícil de entender al occidental medio porque la base de la supervivencia es la lucha. Recuerdan la lucha de clases y otras frases semejantes de la historia reciente.

El oriental pregunta: —¿Por qué compiten? No encuentro el sentido de porqué compiten en Occidente.

El occidental responde: —Pues imagínate una carrera de 100 metros, salen dos atletas. El que llega primero a la meta es el mejor.

El oriental contesta: —¿Y por qué tiene que llegar uno primero que el otro? ¿Por qué no llegan juntos? No lo entiendo. ¿Para qué compiten?

Sí, el Mejor no necesita competir, porque está en la Cima. Para competir tendría que descender de lo alto. El mejor es el Maestro y decide descender para acompañar  al discípulo en su evolución, no para competir. Por eso dicen que cuando el discípulo está preparado aparece el Maestro.

El Mejor nunca Gana, porque el mejor no compite.

Estábamos hablando de este tema, cuando uno del grupo, nos mira desilusionado y comenta: —¿Me disculpan? Me voy a ver el partido de fútbol que ya debió haber empezado.

El Mejor Nunca Gana porque el Mejor nunca Compite.

Viene a mi memoria lo que cuentan del “mejor” presidente de los Estados Unidos –no puedo asegurar que esto de ser el mejor sea cierto pero no es tan importante para lo que hablamos–, un tal, Abraham Lincoln. Cuando llegó a la presidencia invitó a los tres candidatos que habían competido con él, a tomar cargos importantes en el gobierno, aunque le habían despreciado duramente durante la campaña electoral, tratándolo de incompetente; le denominaban como un “oscuro abogado de las praderas”.

Pero Lincoln invitó a esos que le habían menospreciado porque, —son sus palabras—, “en el gabinete necesitamos a los hombres más fuertes de ese partido. No tengo –dijo el presidente recién elegido– ningún derecho de privar al país de sus servicios.»

El Mejor Nunca Gana porque el Mejor nunca Compite.

—Muy linda la frasecita, —dice con aire sarcástico Anselmo— pero nadie la pone en práctica.

Cuando iba a contestar recordé que “la hierba es azul”—si quieres saber porqué la hierba es de ese color haz click aquí — y guardé unos segundos de silencio y luego dije: —Probemos, hagamos la práctica, no compitamos durante tres meses y observemos los resultados, ¿te parece?

Bueno al final, puede que sí que el mejor “compita”, pero no contra los de fuera.

El Mejor compite consigo mismo, para estar bien consigo mismo, para disfrutar de lo mejor de cada día.

Pues, parece real día que seas el Mejor, ya no necesitarás Competir. ¿Contra quién lo vas a hacer, si ya eres el Mejor? 

Gumersindo Meiriño Fernández

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