El Sonido Maravilloso
“Nueve tipos de inteligencia” y el “Sonido Maravilloso”.
Escribe, Thich Nhat Hanh, en uno de sus libros sobre “el Sutra del Loto un bodhisatva llamado Sonido Maravilloso”.
Casi al mismo tiempo me escriben preguntando si puedo decir algo de los “Nueve Tipos de Inteligencia”.
Enciendo entonces una alarma para sintonizarnos con esa antena satelital mágica y misteriosa, la del Sonido Maravilloso.
Conectarse con ese Sonido requiere una serie de actitudes arduas a tener en cuenta.
La primera es mirar a la otra persona. Salir de ti mismo y ver delante de ti el individuo al que tienes que dirigir tu palabra. Sin este eslabón no podrás subir a ninguna parte.
En este aspecto, –el de mirar al otro con el que te tienes que comunicar– puedes tener en cuenta.
Uno: si hay nueve tipos de inteligencia, has de atender qué tipo de inteligencia tiene tu interlocutor. Si el que tienes delante es “inteligencia científica” has de intentar decir palabras que él entienda, si es “inteligencia kinestésica”, has de adaptarte a ella.
Dos: para comunicar algo que impacte en el otro de forma positiva has de poner primero “la oreja”, “la escucha”. Sin escucha no sale de tu boca la palabra, el Sonido Maravilloso.
Tres: el Sonido Maravilloso, que transforma vidas, se entona en el momento oportuno (viene a mi memoria la última escena de la película sueca “Tierra de ángeles”, donde el solista del coro saca su mejor nota en el momento culminante de la película, en ausencia del director del coro, interesante película mírala haciendo click aquí.)
Por eso, dice Thich Nhat Hanh “cada palabra que pronunciaba el Bodhisatva Sonido Maravilloso establecía una comunicación y ayudaba a los demás a transformarse”.
Concretando estos tres procesos:
Uno. Solo encuentro la palabra adecuada, la eficaz y luminosa si soy capaz de –como dice el refrán popular–, “ponerme en los zapatos del otro”.
Dos. La escucha plena y total, conlleva comprensión, compasión y misericordia. Es lo que se llama, hoy en día, empatía. Lo cual quiere decir: en silencio, no juzgo, no analizo, no comparo. Solo observo y dejo que brote en mi corazón los términos que generan alivio, consuelo y esperanza. Se llama en el budismo, «Kwan Yin», que significa aquel que es capaz de escuchar y comprender el sonido del mundo, los lamentos del sufrimiento.
Tres. Si algo de lo que escucho me altera, me implica, y, no puedo verlo, como mero observador, me callo, me tranquilizo y espero el momento hasta poder separarme lo suficiente. Si no estoy en equilibrio, en armonía, mejor callo (callo, de callar, insistamos que significa no hablo, no digo, no juzgo, no califico, no comparo). Si es necesario, antes escribo en un papel lo que tengo que decir y lo releeo las veces que haga falta. Solo en estas condiciones de armonía hablo, digo, me comunico con el Sonido Maravilloso.
Tres sencillos pasos que ayudan a practicar el Sutra del Sonido Maravilloso, o, si prefieres, para entonar la mejor nota de tu vida, una deslumbrante melodía, el Sonido Maravilloso.
Escúchalo:
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Hola Rocío. Así es, lo que pasa es que si uno no calla, no puede escuchar la hermosa melodía de la Vida, ni lo que el otro quiere decirte.
Callar, verbo de difícil aplicación, más en estos días en que pareciera que todo debe ser expresado.