Cuando el otro día pregunté a los participantes en el taller sobre Energía Femenina, qué mujeres admiraban, Juanita, nombró a Malala. Luego me envió un libro que se titula, “Yo soy Malala”.
Malala es musulmana. Nació y creció en Pakistán. Desde muy pequeña, hizo campaña para que las niñas pudieran ir a la escuela y formarse. La acción de su padre y de ella misma alcanzó gran relevancia y llamó la atención de los extremistas islámicos. Los talibanes ─siguiendo no sé qué interpretación obtusa del Coran─ son contrarios a que las niñas vayan a la escuela, incluso asesinando a los que no piensan como ellos.
En una ocasión vio muy preocupado a su padres y a todo su entorno. Así lo relata ella: ─ Me dijeron lo de la llamada de casa y que se tomaban en serio lo de las amenazas. No sé porqué , pero oír que estaba amenazada no me preocupó. Me parecía que todos sabemos que algún día todos vamos a morir. Creo que nadie puede detener la muerte, venga de un talibán o del cáncer. Así que seguiré haciendo lo que quiera hacer. El padre le dijo, sigue contando Malala: ─ Quizá deberíamos detener nuestra campaña , y dedicarnos a hibernar por algún tiempo.
¿Cómo vamos a hacer eso? –respondí- Tú eres el que dijo que si creemos en algo más grande que nuestras vidas, nuestras voces se multiplicarán incluso si estamos muertos. ¡No podemos traicionar nuestra campaña!
La amenaza no era falsa. Un tiempo más tarde unos terroristas talibanes pararon el autobús que regresaba del colegio. Preguntaron por Malala, que viajaba al fondo del mismo con una amigas y le dispararon a quemarropa. Una de las balas le entró por la cabeza. Malala estuvo muy grave, entre la vida y la muerte. Sobrevivió y pudo contar su experiencia.
¿Es normal la reacción de esta adolescente ante las amenazas de muerte? ¿Corremos el riesgo, actualmente, de que nos olvidemos de que la existencia humana está siempre amenazada por la enfermedad, por la muerte? Dice Malala, “nadie puede detener la muerte”.
El cuidado del cuerpo, de la salud, el mantenimiento de las defensas, la alimentación es una obligación del ser humano normal. La salud es un don inestimable que se ha de cuidar.
Pero eso no quiere decir ─parece obvio recordarlo─ que seamos inmortales ¿Acaso hemos olvidado que el misterio de la muerte nos acecha, a todos los humanos desde que hemos dado el primer grito en el planeta tierra?
Como decía Malala, “hay algo más grande que nuestras vidas”. Por cierto ese “algo más” perdura más allá de la muerte física. Cuida eso con mimo ese “algo más».
Malala es la persona más joven que recibió un premio nobel. En el 2014 le concedieron el de la Paz. Y, dadas las circunstancias, creo que viene bien recordar sus palabras: Nadie puede ─a nivel físico- detener la muerte.
Seguiremos hablando con esta jovencita pakistaní, aún tiene más cosas para decirnos.
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