
Tormenta en la Ruta 40 (los ángeles hablan)
Desde que he escrito esas pequeñas vivencias con los ángeles que se subtitulan “Los ángeles hablan”, llegan algunas experiencias semejantes de algunos lectores.
Este es el testimonio de Ruth en un viaje por la mítica carretera Argentina, la Ruta 40.
Quiero compartir queridos amigos que en este mundo tan tecnológico nos olvidamos de sentir y escuchar a nuestra voz interior como a ellos que nos acompañan en el caminos de la vida.Mis padres me enseñaron a rezar a mi ángel de la guarda siempre
Nunca tomé dimensión de ellos hasta que me encontré con los talleres de GICEM, sobre los ángeles, que, con su paz-ciencia y amor fueron brindándome esa sabiduría sobre los ángeles. A partir de esas enseñanzas observé en mí cuánto ruido mental tenía y no permitía conectarme con lo más supremo del ser SENTIR .
Con el paso del tiempo la mente va comprendiendo cosas en la medida que el alma se abre y fue así.
Este verano salimos de vacaciones a Salta, en la misma realizaríamos un recorrido por distintas localidades. Nuestro destino era realizar junto a nuestros hijos la ruta más alta del mundo transitable. Hicimos base en una localidad llamada Animaná, por la ruta Nacional 40. Íbamos a ir hacia la ciudad de Cachi continuando por la misma ruta, al día siguiente. Empezamos a recibir mensajes si estábamos bien todos porque en Salta diluviaba y produjo desastres. De golpe empezamos a ver que se acercaba una tormenta al lugar en el que estábamos. Me inquieté y transmití a mi familia que si las inclemencias del tiempo estaban así, ¿continuaríamos por la ruta 40?
Luego se larga la tormenta y la lluvia torrencial.
Aumentó mi preocupación y antes que mi mente( la loca de la casa) rumiara pensamientos, invoqué a mi ángel de la guarda y le pedí nos ayudara para elegir el camino correcto para que siguiera siendo un viaje hermoso.
Salgo a la cochera de la casa y veo una señora mayor bajo la lluvia. La invito a refugiarse, se sienta y nos empieza a contar que el colectivo (autobús) quedó barado en el barro que baja de las montañas. Esto generó más inquietud en mí y más dudas sobre si continuar el viaje o no.
Entonces se escucha que la llaman para avisarle que vialidad con las maquinarias desbloqueó el camino y que en veinte minutos estarían en la zona. En ese momento le pregunto a la señora si nos convenía seguir por esa ruta hasta Cachi, y me dice que: –Sí, porque es todo asfalto y las máquinas están para asistir en estas situaciones.
Vino el colectivo se dio la vuelta y con una sonrisa me dio la bendición.
Nos miramos entre todos los miembros de mi familia y les dije qué el mensaje me lo había dado mi ángel de la guarda. Dios nos envía mensajes.
Quien lea esta experiencia no me crea, como dice Buda, sino que “experimente, sienta y sepa” que nunca estamos solos. Nos acompañan y guían siempre.
Paz y bien. Ruth
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