Elvira Ceballos: Una mimada de Dios

El tiempo que hemos vivido en VGB, –así le dicen algunos lugareños a Villa General Belgrano de la provincia de Córdoba en Argentina–, hizo que conociéramos a una persona que solía decir que se sentía que era “una mimada de Dios”.
Su nombre era –no es un lapsus era porque hace varios años dejó el planeta tierra– Elvira Ceballos. Su profesión, la música. Su estado del alma, alegría y optimismo radiante. Su historia, nada fácil, pero sí lo suficientemente apasionada, como para llamarse a sí misma con este apodo: la mimada de Dios.
Se salvó de milagro. Al nacer aunque los médicos le dijeron a los padres que no sobreviviría. A los pocos años, –con varias y diversas dificultades serias de salud–, se quedó ciega. Solía contar que su madre le decía a la Virgen que si le devolvía la vista la mandaría al coro de la iglesia, comentaba ella con humor que “Le hubiera prometido que me iba a mandar a pintar, si no hace falta ver para cantar”.
Aquí ya tenemos que decir que Elvira fue profesora de piano, guitarra y canto lírico, instrumentista y compositora, y participó en grabaciones y giras de músicos como Raly Barrionuevo o León Gieco.
Terminó los estudios rindiendo por libre, porque no pudo asistir a las clases por problemas de salud. Cuando quiso entrar en el Conservatorio no le admitieron, como recordaba ella misma, otra vez con un toque de gracia:, “Ellos estaban acostumbrados a la perfección y, de repente, les cae una ciega, que caminaba lento y medía un metro veinte”. Pero igual rindió, otra vez, por libre.
Siempre habló de su muerte, mirándola a la cara. Decía: Yo quiero irme de este mundo rapidito, de un susto, a la ligera. Aunque algunos dicen que a la ligera no podrá ser porque tengo el tranco corto…
Siempre dije que espero ese día como una fiesta. Creo que partir es tan importante como venir. El irse también es lindo. Y yo hace mucho tiempo que sueño con eso, lo sueño lindo, le pongo fantasía …
Yo me pregunto cómo va a ser, cómo será, pero esa incertidumbre no es con pena, sino con alegría.
Ella transcribió al lenguaje braille multitud de composiciones que son un gran legado para todos los músicos ciegos.
Sus limitaciones físicas no impidieron que se subiera a cientos de escenarios de todo el mundo. Siempre con pasión y alegría.
Recientemente ha salido una obra biográfica que se titula Elvira Ceballos mitad música, mitad mujer.
Más allá de los méritos artísticos, me ha parecido llamativo, que alguien tan real y humana, –no sé si saldrá alguna vez en alguna serie o película de Netflix–, sea capaz, de decir, –después de tantas pruebas– que es “una mimada de Dios”.
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