Ten buenos deseos. Desea bien. Bendice no maldigas.
Lo que siembras cosechas, es así de sencillo y fácil.
No lo son todo, pero sin buenos deseos, no haya nada. Así se cimienta la ciudad santa de Jerusalén, la ciudad santa, tu Sagrario interior, tu corazón. Paz y Alegría son sus frutos, léelo en el salmo que es un canto hermoso a la Paz, a la Alegría, a la ciudad santa Jerusalén.
Paz y bien, buen día de siembra.
SALMO 122-121 |
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.