¡Qué tal amigos de vida y teología!
Vamos a hablar hoy de, ¿qué significa esto de caer y levantarse?, y, ¿qué importancia tiene a nivel humano, a nivel espiritual, a nivel Místico?
La realidad es que somos finitos limitados, de que todo en lo humano, –por lo menos a nivel mental, a nivel físico– es falible es finito y limitado, como decíamos anteriormente. Reconocerlo no es fácil porque tenemos el orgullo, la soberbia y algunos carcomas más que están ahí siempre, el ego, que están siempre dando vueltas alrededor de nosotros, de la mente, de nuestra forma de pensar.
Cuando «metemos la pata» lo que hacemos es buscar a alguien que se haga responsable de nuestra «metedura de la pata», valga la redundancia, buscamos un culpable.
Por lo tanto, lo primero y más importante es ser capaz de aceptar que nos equivocamos, de que podemos fallar y que de hecho lo hacemos con cierta frecuencia.
Ahora bien, ¿cuándo podemos descubrir o saber que estamos en el camino? Ahí viene la segunda parte que es el levantarse. Cuando lo hacemos enseguida sin darle demasiadas vueltas, sin pensar mucho, sino analizando, reconociendo, levantándonos y empezar a caminar: si volvemos a caminar enseguida quiere decir que nos hemos dado cuenta, de que lo reconocemos y que volvemos –como decíamos antes– a ponernos en marcha.
Pero, eso sí, con dos condiciones que son indispensables.

La primera perdonándonos a nosotros mismos: si nos perdonamos, de verdad, entonces somos capaces enseguida de poner el movimiento en nuestra vida, sin ninguna duda.
Y la segunda condición es perdonando a los otros que estén a nuestro alrededor, –si hay alguien que nos ha puesto la zancadilla que se ha interpuesto en Nuestro camino que nos ha dado un empujón, y eso ha sido el motivo por el que nos hemos caído o por el que nos hemos salido de nuestro camino.
No hay ninguna disculpa, ningún culpable más que nuestro ego, nuestro egoísmo, nuestra soberbia, nuestra avaricia –todo lo que ustedes quieran– que nos puede paralizar y dejar estancados en ese hoyo y en ese pozo. Si lo aceptamos, si tenemos sabiduría nos caemos, nos levantamos y seguimos caminando, llevando por delante, el perdón a uno mismo y el perdón al que esté implicado en esa vivencia en esa experiencia de caída en un pozo.
Paz y Alegría los espero aquí dentro de siete días.
Gumersindo Meiriño Fernández