Imagen de Roger Mosley en Pixabay

Ayer hablaba con mi amiga Eileen, como cada día, y me decía: Tienes un tremendo trabajo por hacer…,
Te pregunto: ¿Eres consciente de que tienes un tremendo trabajo por hacer….?
Este salmo te puede ayudar.
Te da pistas, senderos de cómo avanzar en tu trabajo…y salir de la angustia.
¿sabes cuál es el trabajo tremendo que te propone Eileen…?
Es el trabajo silencioso de crear más amor en el mundo. Es como la levadura en la masa, que obra sin que se note, y sin embargo, sin ella el pan sería una masa dura. (si quieres hablar cada día del año con Eileen, puedes hacer clik aquí)
Jaculatoria: En mi angustia te busco Adonai (Señor) mío.
O también: Tú, te abriste camino por las aguas. Hasta mañana, paz y alegría.
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Salmo 76

Alzo mi voz a Dios gritando,
alzo mi voz a Dios para que me oiga.

En mi angustia te busco,
Señor mío; de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehusa el consuelo.

Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.

Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:

¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?

Y me digo: ¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!
Recuerdo las proezas del Señor;
í recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras y considero tus hazañas.

Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?.

Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.

Te vio el mar, ¡oh Dios!,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.

Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.

Rodaba el fragor de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe, la tierra retembló estremecida.

Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:

mientras guiabas a tu pueblo,
como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.

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