Frai Sebastián de Aparicio de José Manuel Rodríguez, obra fácsimil  de 1769, publicada en el año 2000 con introducción del P. José Isorna y del Dr. Gumersindo Meiriño Fernández.

Por otra parte, el que suscribe y servidor de ustedes José Isorna, OFM representante del Arzobispado de Santiago, en cuya Curia Diocesana, ejerce de delegado de MCS, y representante, en esta ocasión del P. Provincial, y portador asimismo de la insigne reliquia del Sombrero del beato Sebastián de Aparicio que se guarda en la SAMI Catedral de Santiago (…)

Decía el eximo escritor gallego Álvaro Cunqueiro que «los que recordamos siempre volvemos a encontrarnos». La vigencia del recuerdo del beato Sebastián de Aparicio en nuestra memoria constituye el resorte que nos hace, aquí en México, ir en pos de sus pasos, de sus caminos, de sus presencias, de sus obras, de su vida e historia, de ese perfume se santidad, de ese rastro de luz que su modo de ser, de actuar, e incluso de morir dejó, como testamento de amor, en las conciencias y moradores de la ciudad de Puebla.

De la introducción del P. José Isorna, pp. 17 y 23

Al hablar de un emigrante y también, en alguna medida, de un colonizador no podemos olvidarnos de la famosa leyenda negra. Parece el beato de la Gudiña un revés fuerte contra todos aquellos empeñados en construir una gran mancha negra sobre la obra de los españoles en la colonización de América. El Beato Sebastián no solo respetó siempre a los nativos si no que se hizo uno de ellos.

De la Introducción de Gumersindo Meiriño Fernández, p. 34