A continuación, el Espíritu empuja a Jesús al desierto.
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Comentario largo, pero así lo escribí en el año 2013 y así lo dejo, porque hoy, como es mi santo (s. Gumersindo) me permito el lujo de no hacer uno nuevo.
Insistimos: ¿Alguna vez te has sentido cansado, sin fuerzas, sin ganas, apático, aburrido?
Estos sentimientos son connaturales al ser humano, por momentos llaman a la puerta de su corazón.
¿Sabes el motivo de que llegue la desgana, la desidia, la dispersión…?
Pues sí, así los llama el salmo, por los enemigos.
Aquí no se refiere a personas que quieren hacerte daño, que puede haberlos porque la maldad humana existe, si no a esos enemigos que te carcomen por dentro. Estos últimos los que conviven contigo que brotan de lo íntimo, son mucho más peligrosos que los que te atacan desde fuera.
¿Cuáles son?
La pereza, la ira, la violencia, la desesperación, la envidia, los celos, la codicia, las malas palabras…, y otros enemigos semejantes que si te ganan muchas batallas parece que te sacan las ganas de caminar, de luchar, de seguir adelante y, hasta según confiesan algunos, las ganas de vivir, por lo menos las ganas de avanzar con decisión y alegría, lo cual hace que te “dejes llevar” por la corriente, por la inercia.
De vez en cuando te conviene descubrir cuáles son los enemigos que navegan libremente por tu mente, tu pensamiento, tus sentimientos, tus palabras, … para enfrentarlos y vencerlos.
¿Cómo se lucha contra esos enemigos?
Alíate con quien te ayuda a derrotarlos.
Renueva tu fe. Recobra tus fuerzas.
Enciende de nuevo la Luz que guía tus pasos por este planeta….
Los enemigos van cayendo a tus pies si tu socio en la batalla es Dios.
Jaculatoria: Adonai tú eres mi lámpara
o también: Tú alumbras mis tinieblas.
Gumersindo Meiriño Fernández
Puedes escucharlo también:
Salmo 17 III
El Señor- Adonai retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos,
porque seguí los caminos del Señor- Adonai
y no me rebelé contra mi Dios;
porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos;
Le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa;
el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia.
Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro;
con el sincero, tú eres sincero;
con el astuto, tú eres sagaz.
Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios.
Señor- Adonai, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti, me meto en la refriega;
fiado en mi Dios, asalto la muralla.
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