
Entonces Tomás le dijo: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le respondió: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.
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Caminábamos hacia el río. A lo lejos la vimos. Daba vueltas hacia un lado, luego hacia el otro. Al llegar la saludamos. Respondió al saludo y nos dijo, “me he perdido, ¿me pueden decir por dónde se baja al río?
Nos reímos y contestamos. “Sí, lo que pasa es que la crecida ha cortado el camino, ahora hay que dar un rodeo. Si quiere acompáñenos”
El caminante se encuentra con obstáculos diferentes, cuando avanza.
El peregrino progresa por las rutas de la existencia.
Aprende, camina, aprende el peregrino.
Si aprende se hace sabio y camina cantando.
Si no aprende se paraliza, se cansa y queda tirado al borde del camino, imbuido en el miedo, la duda, la incertidumbre…
¡Peregrino!, ¿a dónde vas?
¿Cuáles son tus sendas, cuáles tus caminos, cuáles tus pisadas?…
Si te has perdido, deja de dar vueltas, alza tu voz y tu corazón a Dios; dile, “enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas…”
El peregrino se para y me dice, “sí, tú lo ves muy fácil, ¿pero cuáles son los senderos divinos?
“Los caminos de Dios son misericordia y lealtad”.
Camina, Camina, Camina.
Dios es el guía.
Camina en la Luz
Camina en la Misericordia
Camina en la Lealtad
No te pares, avanza, ¡camina!
Hasta mañana peregrino, ¡Dios bendice tus pisadas!
Mantra: ¡Enséñame tus caminos!
Salmo 24
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