persona.gumer.meirino¿¡Cómo te ha ido la semana!?

Cuando estaban a punto de viajar a la luna, el papa Pablo VI envió a los astronautas estas palabras, acompañadas del salmo ocho:

«El hombre (…) se nos revela como el centro de esta empresa. Se nos revela gigante, se nos revela divino, no en sí mismo, sino en su principio y en su destino. Honremos al hombre, a su dignidad, su espíritu, su vida» (Ángelus del 13 de julio de 1969: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 29 de julio de 1969, p. 2).

El reconocimiento de la grandeza de cada ser  humano no solo, no ensombrece la inmensidad, la magnificencia de Dios, sino todo lo contrario la deja en el sitio que le corresponde.

Únicamente la persona que descubre esa magnificencia e inmensidad de Dios es capaz de valorar a cada uno de sus hermanos y hermanas.

Tú vales mucho porque en ti, en tu interior, en el corazón de cada ser humano habita Dios.

Cada uno de los que pasan a tu lado tiene un “algo escondido” a los ojos superficiales que es divino.

Si aceptáramos esta realidad, ¿cómo nos trataríamos unos a los otros?

El que “toque” a cualquier ser humano, de cualquier condición, raza o religión está “tocando” algo sagrado, está “tocando” al mismo Dios, que vive en él.

Respeto y amor por ti mismo,

Respeto y amor al otro, sea quien sea, se como sea, sea de donde sea, …., es respeto y amor a Dios.

Hasta la próxima semana, la bendición de DIOS PADRE y MADRE para ti y para tu familia

Gumersindo Meiriño

Salmo 8

¡Qué grande e importante eres!

(Cf. Eclo 17,1-14; Heb 2,5-8)

1 ¡Oh  Señor Dios nuestro,
Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Has puesto tu gloria sobre los cielos;

2 De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza,
A causa de tus enemigos,
Para hacer callar al enemigo y al vengativo.

3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
La luna y las estrellas que tú formaste,

4 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y el hijo del hombre, para que lo visites?

5 Le has hecho poco menor que los ángeles,
Y lo coronaste de gloria y de honra.

6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies:

7 Ovejas y bueyes, todo ello,
Y asimismo las bestias del campo,

8 Las aves de los cielos y los peces del mar;
Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

9 ¡Oh, Señor, Dios nuestro,
Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

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