Lectura y Reflexión para el día cuarto del Decenario del Espíritu Santo
Evangelio según San Juan 16,29-33:
Los discípulos le dijeron a Jesús: «Por fin hablas claro y sin parábolas.
Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios».
Jesús les respondió: «¿Ahora creen?
Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo».
●●●
Reflexión:
El sentimiento de soledad en el mundo es algo que pertenece a la esencia del ser humano, porque está en tierra extraña, porque está de paso como peregrino en un lugar de forma temporal.
Esa sensación es la misma de la que habla Jesús. A nivel material, siempre hay un agujero existencial imposible de llenar. Solo la compañía de Dios Padre, llena ese hueco existencial, enviando al Hijo y a través del Hijo, al Espíritu Santo.
El ser humano que vive mirando solo para sus pies, que se mueve única y exclusivamente por los bienes materiales se encuentra en un espacio sin salida, en una sensación de soledad insaciable.
Esa soledad procede de no levantar los ojos al cielo, de no saber que en ti vive el Espíritu Santo. Cuando uno siente el Espíritu Santo en su interior ahuyenta esa soledad existencial, camina acompañado, protegido, guiado. Por eso decimos:
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de Sabiduría. Amén.
***
Oraciones finales
¡Espíritu Santo envía sobre mí, sobre mi familia, sobre mi trabajo los siete dones para que se haga la voluntad de Dios sobre mí y sobre toda la creación!
Ilumina mi mente para descubrir tu voluntad, fortalece mi voluntad para cumplirla Por Jesucristo nuestro Señor Amén.
¡Oh, María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti!
¡Jesús en ti confío!