Día Primero: Abre la puerta
- Invocación inicial
Pedimos protección del lugar y de nuestra persona al ángel de la guarda, a nuestro ángel personal. Oración del Padrenuestro y el Avemaría
Luego puedes decir:
Ven Espíritu Santo ilumina mi mente, da calor a mi corazón para que entienda los mensajes de María que desata los nudos de mi vida. Con la ayuda de los ángeles guía mis caminos y dame fuerza para desatar esos nudos que voy descubriendo. Amén
- Lectura:
» Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor.
No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso.
Se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él.
El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.»
El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva.
Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.»
El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario.
Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo.
Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa.
Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.»
- Reflexión:
En silencio habla con María ábrele la puerta de tu corazón, que ella pueda entrar en él. Para que juntos, rodeados de los ángeles, a los que invocaste hace un rato, te ayuden a descubrir cuáles son los nudos de tu vida, los que paralizan tu vida, tu existencia, tus caminos, tu alegría, tu paz del alma…
Los ángeles, como lo hizo el arcángel Gabriel con Isabel, siguen enviando mensajes y luz para que cumplas tu misión.
En diálogo con María anota en el cuaderno, ¿cuáles son los nudos más importantes de mi vida?
¿Cuáles son los nudos que quiero desatar con su ayuda y con la guía de los ángeles?
¿Qué voy a poner de mi parte para desatarlos?
¿A quién voy a pedir ayuda, si la necesito, para lograrlo?
Abre tu corazón para que la Luz entre en él y puedas Ver esos nudos.
Tiempo de silencio
- Oración a María que Desata los Nudos:
Oh María, que guiada por los ángeles de la Luz has sabido interpretar la voz de la Sabiduría en tu corazón para ir tomando las decisiones adecuadas en cada momento de tu vida. Que puede ver con claridad cada uno de los nudos que impiden que mi vida fluya por senderos de paz, de armonía y de plenitud.
La cinta de mi vida la pongo en tus manos.
Muéstrame la forma, después de ver esos nudos, de desatarlos con tu guía y la ayuda de los ángeles de la luz.
Oh María que desate los nudos de mi vida. Amén
Oh María que desate los nudos de mi vida. Amén
Oh María, que desate los nudos de mi vida. Amén
- Invocación final:
Agradezco a mi ángel de la guarda su compañía y su protección del lugar, de mi energía durante este diálogo con María y sus ángeles de la Luz que me están ayudando a desatar los nudos de mi vida.
Termino con el Padrenuestro, el Avemaría y, al final, con esta advocación que es la más antigua conocida, con el cambio de la advocación a María.
Bajo tu protección nos acogemos, Oh María que desatas los nudos, no desoigas las peticiones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos siempre de todo peligro. Amén.
Si quieres conocer el origen de esta invocación haz clic aquí.
Para los otros días de la Novena haz click aquí.
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