Imagen Pixabay

Día Tercero: ¡Sal!

  1. Invocación inicial

Pedimos protección del lugar y de nuestra persona al ángel de la guarda, a nuestro ángel personal. Oración del Padrenuestro y el Avemaría

Luego puedes decir:

Ven Espíritu Santo ilumina mi mente, da calor a mi corazón para que entienda los mensajes de María que desata los nudos de mi vida. Con la ayuda de los ángeles guía mis caminos y dame fuerza para desatar esos nudos que voy descubriendo. Amén

  1. Lectura:

«En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?

Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.

¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

  1. Reflexión:

En silencio habla con María ábrele la puerta de tu corazón, que ella pueda entrar en él.
Sal de los lugares cómodos, sal de tu egoísmo, ponte en lugar del otro.
Sal de tus pensamientos, sal de tus deseos, sal del mundo que tú has creado a tu medida, sal del miedo, sal “del que dirán”, sal de la angustia, sal de la tristeza, sal de la codicia, sal de la comodidad, sal…, pero ¡Sal! ¡Levántate!

María se levantó y fue a dar una mano a su prima.
Solo el que sale de sus estados egoicos puede encontrarse con los demás en el respeto y la concordia.
Crea lazos de amistad, de fraternidad, de respeto, de concordia, de compasión, de misericordia, de perdón…

¿Con quién? Con todos.
¿Cómo? Como hizo María levántate y ve a dónde tengas que ir, habla con quien tengas que hablar…, pero ¡sal!

Y fíjate que nudo vas a desatar desde esta dimensión de relación con los demás. Con la ayuda, la guía y la protección de los ángeles de la luz y de María que desata los nudos.
Tiempo de silencio

  1. Oración a María que Desata los Nudos:

Oh María, que guiada por los ángeles de la Luz has sabido interpretar la voz de la Sabiduría en tu corazón para ir tomando las decisiones adecuadas en cada momento de tu vida. Que puede ver con claridad cada uno de los nudos que impiden que mi vida fluya por senderos de paz, de armonía y de plenitud.

La cinta de mi vida la pongo en tus manos.
Muéstrame la forma, después de ver esos nudos, de desatarlos con tu guía y la ayuda de los ángeles de la luz.

Oh María que desate los nudos de mi vida. Amén
Oh María que desate los nudos de mi vida. Amén
Oh María, que desate los nudos de mi vida. Amén

  1. Invocación final:

Agradezco a mi ángel de la guarda su compañía y su protección del lugar, de mi energía durante este diálogo con María y sus ángeles de la Luz que me están ayudando a desatar los nudos de mi vida.

Termino con el Padrenuestro, el Avemaría y, al final, con esta advocación que es la más antigua conocida, con el cambio de la advocación a María.
Bajo tu protección nos acogemos, Oh María que desatas los nudos, no desoigas las peticiones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos siempre de todo peligro. Amén.

Si quieres conocer el origen de esta invocación haz clic aquí.

Para los otros días de la Novena haz click aquí.

***

¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!

También te puede interesar,

Oración de la Serenidad

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *