Que no me arrastre la corriente.
Una cosa es sentir el agua al cuello, como decíamos con la primera parte de este salmo ayer, y otra que te arrastre la corriente.
¿No te ha pasado –en alguna ocasión- que sientes que todo se mueve a tu alrededor, que te sientes mareado y alguien te empuja a hacer cosas?
Pues bien, intento tomar alimento y, entonces como a Cristo y tal como dice el salmo de hoy, para comer me echaron hiel, para beber vinagre.
No sabemos los caminos que tenemos preparados por delante ni somos plenamente de las semillas que hemos sembrado los frutos que darán…, solo una cosa es cierta y segura…, pregunta, Dios te responderá.Viernes Santo, parecería que no había ni preguntas ni respuestas.
Pregunta, El te responderá. Buen día de viernes santo.
Salmo 69-68, 2-22. 30-37 II
Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:
arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia,
por tu gran compasión vuélvete hacia mí;
no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme en seguida.
Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos:
estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra;
a tu vista están los que me acosan.
La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.