Foto Wanda Schomcker
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Estamos ante una de las ideas repetidas de los salmos que han calado en profundidad en el pueblo de Israel, la realeza de Dios sobre el Universo. Un Dios “sublime y terrible, emperador de toda la tierra”. Es un “Dios que asciende entre aclamaciones”. Por tanto, está más allá de lo terreno, trasciende lo material.
Pero, al mismo tiempo es cercano, esa proximidad se manifiesta en su presencia el en el pueblo de Israel, al que acompaña. “Y los príncipes de los gentiles los que no pertenecen al pueblo de Israel) se reúnen con el pueblo del Dios de Abraham”.
Hoy te vas a encontrar con distintas personas, vas a hablar con ellas, las vas a escuchar, las vas a mirar…
No hagas acepción de personas, míralas a los ojos, intenta comprenderlas, escucharlas, respetarlas…,
Dios no hace acepción de personas. Ni tú ni yo tampoco.
No juzgues a nadie, “porque, como decía Jesús, la medida que uses la usarán luego contigo”.
Saluda, sé amable, comprensivo…
Buen día, hasta mañana.

SALMO 47-46

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.

Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro rey, tocad.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.

Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.

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