La noche de Reyes es para los niños, inocentes, sencillos. A nivel teológico es la preparación para la gran Epifanía de Jesús como el Mesías, el Redentor…
No pierdas nunca, del todo, ni la sencillez, ni la inocencia.
Sencillez. El niño en su sencillez disfruta con lo más pequeño. Por eso aprecia el regalo de Reyes más insignificante como si fuera un tesoro alegrándole el corazón. ¡Sé sencillo, alégrate con lo pequeño de cada día!
Inocencia. El inocente casi nunca se da cuenta de la maldad que hay alrededor. Eso supone que el malvado recibe sus propios frutos, como si fuera un boomerang, cuando intenta hacer caer al inocente.
Además una pizca inocencia te ayuda a descubrir cosas nuevas cada día, el niño se asombra ante lo cotidiano, ante lo habitual, dándole una dimensión nueva a cada segundo de su existencia. ¡Nunca pierdas esas gotas de inocencia en tu vida!
Deja el zapato y pide a Dios que te deje un regalo esta noche en él. No estaría de más dos regalitos, una pizca de inocencia y mucha sencillez de corazón
Feliz noche de Reyes, pasa un buen día, nos vemos mañana, fiesta de la Epifanía.
Salmo 135-134
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
–en medio de ti, Egipto–
contra el Faraón, y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos.
A Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel , su pueblo.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se complace de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.