Puede parecer un poco fuerte la aclamación de este precioso salmo, “Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá”.
Pero a poca experiencia que nos vaya dando la vida, nos iremos dando cuenta que muchas veces estamos en alta mar a expensas del viento sin saber hacia dónde colocar las velas ni hacia qué puerto encaminar la barca. Y entonces solo existe un anhelo que llena el corazón que nosotros llamamos, Dios.
La búsqueda del puerto de la paz, al amor, la felicidad hace que tarde o temprano tengamos que buscar el rostro de Dios.
Te propongo para hoy lo siguiente, repite con frecuencia a lo largo de tu jornada la frase del salmo: “Señor, enséñame tu camino”.
Dios Padre, estate atento, te mostrará el camino adecuado. ¿Estarás dispuesto a seguirlo?
Hasta mañana, ¡Buen Camino!
SALMO 27-26, II
Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro».
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.
No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
Querido Gumer, que bello y sabio el salmo de hoy! Cada día mas clara y diáfana la presencia del Señor en nuestras vidas Gumer! Gracias por acercárnoslo así, tan simple y grande al mismo tiempo.