angeles.-meirino-fernandez
Foto Karina Ajo

Algunos salmos tienen tantas indicaciones, enseñanzas, sabiduría que  uno no sabe por dónde empezar, qué tema elegir para proponerlo como reflexión.
Fíjate en este detalle. “Tú que te sientas sobre querubines, resplandece…”
A veces, ataviados de la vestidura de las preocupaciones materiales nos olvidamos que no estamos solos en este mundo. Aquí en la tierra no nos han “arrojado” como al foso de los leones para que sobreviviésemos como pudiéramos. ¡No!
Vamos acompañados. Seres espirituales están a nuestro lado, nos siguen, nos protegen, nos ayudan…
Otros nos tientan, nos ciegan, nos distraen…, pero, forman parte de esa aventura maravillosa que es la vida en el planeta tierra.
Dios “sentado sobre querubines”, podemos decir, es una forma de hablar simbólica claro está, que observa este alucinante baile de espíritus, algunos con cuerpo, los seres humanos, otros sin cuerpo físico que se mueven en las distintas dimensiones.
En la dimensión física a veces nos desesperamos por pequeñas cosas insignificantes. Porque nos olvidamos que somos espíritus y de conectarnos con los hermanos ángeles para que nos echen una mano.
Prueba a implicar a los ángeles en tus actividades sanas, buenas, honradas y sentirás su ayuda y aliento. Mientras Dios observa sentado sobre querubines. Poético y real.
Feliz día. Bendiciones

SALMO 80- 79

Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.

Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Señor Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?

Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno, y echó raíces
hasta llenar el país;

su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.

¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?

Dios de los Ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó
y que tú hiciste vigorosa.

La han talado y le han prendido fuego;
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

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