Las situaciones humanas son complejas. Es bastante probable que alguna vez te hayas sentido en tribulación por algo que fue injusto, tremendamente injusto.
Entonces acudiste a los que pensabas que iban a hacerte justicia y te la denegaron. Te sientes maltratado, abandonado, traicionado…, así como el salmista de hoy.
Pero luego, cuando acudiste a Dios, entendiste que la justicia verdadera es la de Dios, que ni tú ni yo, somos quién para juzgar a nadie. Dios es el que siembra justicia a su tiempo.
Si eres justo el corazón de Dios te reconoce inmediatamente.
No dejes de ser justo contigo mismo, con los demás…, Dios no abandona a los justos.
Feliz día. Paz y bien
Salmo 17-16
Escucha, Señor, mi demanda,
atiende a mi clamor,
presta oído a mi súplica:
destruye los labios mentirosos.
Aparezca ante ti mi justicia,
tus ojos observen la rectitud.
Sondea mi corazón, revísalo de noche
pruébame en el crisol,
no hallarás tacha en mí.
Mi boca no ha faltado las obras de tus manos,
he observado el mandato de tus labios.
Mis piernas se mantuvieron firmes;
en los senderos abruptos,
en tu ruta mis pies no vacilaron.
Yo te llamo porque me respondes,
inclina tu oído y escucha mi palabra.
Salvador de los que se refugian en ti,
muestra las maravillas de tu amor
ante quienes se rebelan contra tu diestra.
Guárdame como a la niña de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme
de los malvados que me asaltan,
del enemigo mortal que me acorrala.
Han cerrado sus entrañas, su boca habla con soberbia.
Mis piernas vacilan; ellos me asedian,
fijan en mí sus ojos para derribarme por tierra.
Son como un león ávido de presa,
como cachorro agazapado en su escondrijo.
Levántate, Señor, hazle frente,
doblégalo y con tu espada sácame vivo del malvado.
Mátalos con tu mano, Señor,
quítalos del mundo, erradícalos de la tierra.
A tus protegidos llénales el vientre,
que sus hijos queden hartos
y dejen el resto para los más pequeños.
Y yo, por mi inocencia, veré tu rostro,
al despertar me saciaré de tu presencia.