Es la segunda parte del hermoso salmo que meditamos ayer en la que dábamos gracias a Dios por su mirada cariñosa y cercana.
Hoy damos un paso más porque esa presencia está inmersa en las entrañas del cosmos. Más allá del tiempo y del espacio.
Aún en esa inmensidad Dios cuenta contigo, conmigo, porque te ha elegido antes de la creación.
Puedes sacar tus propias conclusiones, que pueden ser diversas.
A mí, pensar en esta situación, de un Dios que está en todo, que piensa en mí día y noche, más allá del tiempo y del espacio, un Dios que «ha creado mis entrañas que me ha tejido en el seno materno«, me da mucha confianza.
Confía en Dios. Recuerda la oración de Jesús de la Misericordia, tan cercano, tan real: ¡Jesús, en ti confío!, hasta mañana.

SALMO 139-138, II

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.