EN aquel tiempo Jesús dijo: El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama»
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El ser humano se pone terco, tozudo, se empeña en muchas ocasiones en andar el camino con sus solas fuerzas. “A mí nadie me regaló nada” “esto lo he hecho con el sudor de mi frente”…., en parte, pero solo en parte, es verdad.
Los esfuerzos humanos dan sus frutos pero son frutos limitados. Cuando el ser humano se olvida que Dios está detrás, de forma discreta, tarde o temprano se quiebra, “¿quién me guiará en la plaza fuerte?” se pregunta el salmista.
Afirmación: «Pero, ¿quién me guiará, quién me conducirá»
Hasta mañana, bendiciones.
Salmo 107
Dios mío, mi corazón está firme,
para ti cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraím es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.
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