
El Espíritu empuja a Jesús al desierto y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían.
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Estás caminando por un lugar que no conoces. De repente te encuentras en un bifurcación en la que se abren diversos caminos. Tienes que elegir alguno de ellos, dudas, piensas, analizas…, ¿cuál tomo?
Amigo, cada día es nuevo, una nueva aventura. Te encontrarás con frecuencia con la posibilidad de varias elecciones.
Elegir es humano.
Elegir lo mejor es de sabios. (ver adaptarse a lo mejor: castro de Baroña, haz clic aquí)
Por eso qué lindo salmo para pedir que Dios te ayude a elegir el camino de cada día, de cada momento, de cada instante.
Nuestro camino, como vocación, lo tenemos escrito en el alma.
Jaculatoria: “Enséñame, Señor tu camino”.
Adelante peregrino no pierdas las señales que, la Vida, Dios si quieres decirle así, te va a ir mostrando a lo largo de la jornada.
No pierdas tu camino. Feliz caminata. ¡Buen Camino
Salmo 85
Inclina tu oído, Señor- Adonai, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor-Adonai,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor- Adonai, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor-Adonai;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios».
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor-Adonai, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor-Adonai, me ayudas y consuelas.
Adaptarse a lo mejor, o quizás, ser como el bambú japonés