Foto Carlos Vitelleschi
Foto Carlos Vitelleschi

Las emociones provocan en nosotros auténticos «tsunami». Todo parece que se cae, todo se tambalea. Años luchando por un logro, por un objetivo y de repente, todo parece inútil, todo ha sido en balde. Una contradicción, un fracaso, una enfermedad…, “olas mortales, torrentes destructores…”
Me comenta un amigo, detenido en un aeropuerto por los miles de controles que se han puesto últimamente por miedo a los ataques terroristas, que el oratorio del aeropuerto está repleto de personas.Las veces que hemos ido solía estar vacío. Pero las olas, los torrentes que provoca este emoción llamada, miedo, eleva nuestro interés por lo espiritual.
No dejes de invocar a Dios ante la posible avalancha de emociones, El te sostendrá, te dará fortaleza, será tu escudo…
Buen día, mañana seguiremos con la segunda parte de este bellos salmo. Paz y bien

                                                                                   Salmo 18-17, I
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.

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