Me cuenta el hombre que va a mi lado, taxista de profesión, la impresión de su primer vuelo en avión. “No pegué ojo en todo el viaje. Cuando había algún pequeño movimiento me ponía en guardia y me preguntaba qué pasaba. Pero luego pensaba, “no puedo hacer nada, así que intenta dormir”.
La vida es como el viaje en avión de mi amigo taxista. Muchas cosas no dependen de nosotros. Suceden no más, sin contar con nosotros. No todas pero sí algunas muy importantes.
Solo puedes tener confianza y paz profunda cuando sabes que quien maneja el avión no se duerme, vigila, está atento…y aunque no depende de ti, viajas en paz y tranquilo.
Ahora lee este pequeño salmo y piensa quién puede darte la suficiente confianza para vivir tu peregrinar, quien puede ser tu protector mientras recorres algunos años este planeta, quien puede darte paz y seguridad.
Hasta mañana, feliz día.
SALMO 121-120
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.