fuente-de-agua-webHermosa poesía que muestra uno de los aspectos más esenciales del ser humano, la sed.
La sed, como lo más ansiado y deseado por el ser humano a nivel material, que deja de manifiesto lo más anhelado lo más importante el ansia del ser humano por ser pleno, feliz y que solo alcanza ese anhelo al encontrarse con Dios.
La cierva en busca de agua es el símbolo del ser humano recorriendo los distintos caminos del mundo en busca de agua, de felicidad y plenitud.
Cuando te entretienes en cosas sin importancia te pierdes, no sacias tu sed, te desesperas, te agotas, sufres…
Cuando vas a la fuente, esta no para de manar agua y bebes y bebes, del agua pura y cristalina de la fuente.
Qué bien lo entendió el gran Juan de la Cruz, cuando escribió; “qué bien sé yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche. Aquella fonte está ascondida. Qué bien sé yo do tiene su manida, aunque es de noche”.
Este es uno de los problemas graves del ser humano, distraerse por el camino en espejos de colores y no llegar a la Fuente, al encuentro personal con Dios.
Cuando uno llega a la Fuente, es un Maestro, nada ni nadie le puede atraer, la Fuente es una Atracción mucho mayor, calma su sed y muestra con su confianza y fe el camino a otros.
Feliz día, amigo-a, como la cierva no dejes de buscar la Fuente.

SALMO 42-41

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;

tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?

Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»

5Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».

Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.

Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.

De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.

Diré a Dios: «Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?»

Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *