Este salmo describe una realidad que sale frecuentemente en el salterio y, en realidad, en la vida misma.
Se trata del paso del miedo a la valentía, de la noche al día, de las tinieblas a la luz, de una pesadilla al despertar a un nuevo amanecer, de la súplica a la alabanza, de la angustia a la paz…
Por eso que no tiemble tu corazón, que no se apague la luz de tu alegría en las pruebas, pronto vendrá la luz.
Mantén tu corazón firme, en los momentos de oscuridad, porque después de la noche viene el alba y el nuevo día.
Paz y bien, hasta mañana. Bendiciones
SALMO 57-56
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.