el-amor-de-DiosEn el día de hoy recordamos a Juan el apóstol o el teólogo, como le gusta decir a otros. Su pensamiento ha marcado en buena parte el cómo ha llegado el mensaje de Jesús a nuestra cultura.Y también, ha dejado claro, que, solo hay un camino para llegar a entender la persona de Jesús, el amor.
Es una palabra muy utilizada, tergiversada que solo tiene sentido pleno cuando se la pone en práctica.
Analiza, las buenas obras que realizaste estos días, los gestos de cariño, de cercanía, las palabras dulces, amables; los pensamientos que fluyen por tu mente ante las distintas situaciones, de qué color son, ¿optimistas, positivas, alentadoras?
Como decía un famoso cómico argentino, «el movimiento se demuestra andando», pues lo mismo con el amor, se demuestra amando.
Multiplica hoy el amor que llevas en tu corazón, en gestos, palabras y pensamientos. Hasta mañana. Bendiciones

Salmo 103 -102

Bendice alma mía al Señor,
y mi ser a su santo Nombre;
bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.

Él, que perdona todas tus culpas,
y sana todas tus enfermedades,
que rescata tu vida de la fosa
y te corona de amor y de ternura
sacia de bienes tu vejez,
y rejuveneces como el águila.

El Señor obra justamente,
y defiende a los oprimidos.
Mostró sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los israelitas.

El Señor es compasivo y clemente,
lento a la ira, rico en amor.
No está siempre litigando,
ni guarda rencor perpetuo.

No nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
Pues como se eleva el cielo sobre la tierra,
así prevalece su amor sobre sus fieles.

Como dista la aurora del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre se enternece con sus hijos,
así se enternece el Señor con sus fieles.

Pues él conoce nuestra hechura,
recordando que somos barro.

La vida del hombre es como la hierba,
florece como la flor campestre;
el viento la azota, y ya no existe,
ni siquiera su casa lo recuerda.

Pero el amor del Señor a sus fieles
dura desde siempre hasta siempre;
su justicia pasa de hijos a nietos,
para los que guardan la alianza
y se acuerdan de cumplir sus mandatos.

El Señor asentó en el cielo su trono,
con su soberanía gobierna el universo.

Bendigan al Señor, ángeles suyos,
milicia valerosa que cumple sus órdenes,
obediente al sonido de su palabra.

Bendigan al Señor, todos sus ejércitos,
siervos suyos que cumplen su voluntad.
Bendigan al Señor, todas sus obras,
en todos los lugares de su imperio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!