Foto Graciela Viveros
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Lo que pasa es por algo. No hagas caso de los profetas de calamidades. Todo está en manos de Dios. Recuerda que ni un solo pelo de tu cabello cae al suelo sin que tu Padre Dios lo sepa.
No entiendes. Refúgiate. Te debilitas. Toma “vitaminas”, es decir, recárgate de esperanza acudiendo a Dios con fe, con sencillez, con sinceridad.
Sigues teniendo dudas. Entonces haz caso a las palabras del salmo, “Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra”.
Y…, ¡adelante! Porque “El Señor de los ejércitos está con nosotros!
Fe y confianza se dan la mano cuando uno se acerca a Dios.
Hasta mañana. Paz y bien

SALMO 46-45

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra».

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

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