Es buen salmo para levantarse cada mañana y recitarlo. “Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio”, dice.
Esto es, levántate con ánimo, con ilusión, para recomenzar un nuevo día con optimismo.
Independientemente de los escollos que te esperen en el nuevo día, con fe.
De cómo te vaya la jornada, depende en buena medida de estos primeros minutos del día, porque ello marcará el aire, el ambiente en el que te moverás.
Ofrece las primicias de tu corazón a Dios y todo el día tendrá otro color.
Aunque al hacerlo recuerda que has de escuchar la voz de Dios en tu corazón porque El será el que te guíe cada pisada del día.
Hasta mañana, feliz día.
SALMO 119 (118), 145-152
Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.