Ezequías, rey y amigo del profeta Isaías, recibe la noticia de una grave enfermedad mortal. El ora con fe y sana de la enfermedad. Este es el contexto de este cántico en el que Ezequías agredece a Dios y canta al Dios de la Vida.
Te propongo esta jaculatoria- mantra: Gracias Señor por todo el tiempo que he recibido el don de la salud.
Hasta mañana, bendiciones.
CÁNTICO DE EZEQUÍAS- (Is 38, 10-14. 17-20)
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años».
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama».
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
[¿Qué le diré y qué pensaré
si él es quien lo hace?
Huye de mí el sueño
por la amargura de mi alma.
Los que Dios protege, viven
y entre ellos vivirá mi espíritu.]
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.