Foto Ruth Dacunda

Este es un canto duro, de lamento, de angustia y tristeza. Tiempo de hambruna, tiempo de guerra. Terribles circunstancias por las que pasa el pueblo.
Si alguna vez tenemos sentimientos así, hay que hacer como el profeta Jeremías, encarar a Dios y pedir la luz para salir de esa situación catastrófica, volver a  su encuentro con el corazón. Recuerda, este cántico la pasión y muerte de Jesús.
Te propongo para ello la frase de Jeremías, como decreto-mantra- jaculatoria: «Señor, tú eres nuestro Dios, en ti esperamos«.

 

CÁNTICO DE JEREMÍAS (Jr 14,17-21)

Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.

Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

¿Hay entre los ídolos de los paganos uno que dé lluvia?
¿Sueltan solos los cielos sus chubascos?
Tú, Señor, eres nuestro Dios, en ti esperamos,
porque eres tú quien hace todo eso.

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